II

Majestuoso
desde su atalaya
en lo más alto
allá en la loma
observa displicente
su valle.

Con desprecio
con soberbia
con àpice de crueldad
seguro,
sabe de su
superioridad.

Conoce el valle
conoce sus gentes
conoce sus rincones
hasta la humilde brizna de hierba
hasta la última gota de rocío
hasta el último guijarro escondido
controla y dirige.

Es El Árbol
dueño, Señor Dios
de la comarca.
Las aves
a centenares
acuden y anidan en su seno.
Desde los humildes pájaros,
gorriones, petirrojos, mirlos
las austeras lechuzas
los oscuros mochuelos
las altivas rapaces
hallan reposo entre sus ramas.

Bajo ellas
los rebaños se cobijan
los más pequeños retozan
los zapadores construyen
sus madrigueras.

Y allá
en la más alejada de las ramas
meciéndose al compás del viento
cuelga
abandonado,
el cuerpo
del ahorcado.

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