XXX

Lupanares apoteósicos
lúgubres aras,
millones de anélidos
reptan por sus entrañas,
algunos por su superficie arrastran
sus cansinos restos
soportando, estoicos
la inmisericorde lluvia amoníacal.

Áspera se yergue, desafiante
al conjuro maléfico de los dioses
esperando sin esperanza
un renacer radiante
que sabe no llegará.

Y nosotros  
indiferentes
lánguidos
alegres
tristes
solos
la amamos
con ese amor que se tiene por lo imposible.

Es, que duda queda
nuestra ciudad.

No hay comentarios: