XXXII


Sangre, sangre, sangre.
Inconmensurables volúmenes de sangre.

La sangre se extiende,
la vista no la alcanza,
es sangre, sangre, sangre.

Levanta la vista,
busca las estrellas.

El firmamento es de sangre
sólo sangre, nada más que sangre.

Furioso se rasga con los acerados dientes,
surge la sangre borbotónica
mezclando su esencia,
creando mares de sangre.

Impávido, contempla su hundimiento
en el abismo de sangre.

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